Cuando hurgaba en mi soledad, buscando refugio de mis pensamientos desordenados y abrumadores has osado aparecer, a pesar de no invocarte.
Tu imagen aparece recreando escenas de otros tiempos.
Escenas llenas de luz, irradiando la calidez de tus sentimientos más nobles y de tus abrazos más fuertes.
Escenas que solo me dejan ver sombras moviéndose violentamente mientras el ambiente se enfría tanto que hace doler los huesos, muy dentro.
Y me di cuenta de que es constante.
Y me di cuenta de que aún estás en mí.
Siempre estás en mí.
Te has vuelto omnipresente.
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