jueves, 13 de abril de 2023

 

baby,


Yo no te culpo de todo esto

Porque ambos somos culpables de que nuestra relación haya llegado a este punto, tú y yo

En mi aprendizaje, cada vez que he tratado de cambiar las cosas, de cambiar la situación o de enseñarte lo que estaba pasando, me he ganado discusiones y que me acuses de que solo quiero pelear contigo

Esas veces, mi intención nunca fue herirte, no te estaba diciendo que te aguantes mis ganas de joder solo porque estaba con cólera o fastidiada, te estaba rogando que mejoremos juntos porque nuestras costumbres dañinas estaban matando nuestros vínculos

Cuántas veces me dijiste que tenía que cambiar porque mi forma de ser te lastimaba, porque te hacía comentarios que te dañaban. Que si quería seguir contigo debía cambiar, que ya no podías aguantarme... tú recuerdas tus palabras. ¿Adivina qué? Tomó unos cuantos años aprender, pero cambié, cambié mis intenciones al hablarte, al tratarte, al mirarte, me volví más consciente de mis palabras y mis actos al dirigirme a ti, decidí hacerlo

Y lo hice porque, al verte tan lastimado y vulnerable por mis reacciones, me sentí un monstruo que sacaba espinas enormes cada vez que se sentía bajo ataque, comprendí que estaba socavando tu seguridad y tu amor propio, y que tú no te merecías eso por ser una persona tan bonita, fuerte e inteligente, y que estar contigo no me daba derecho a lastimarte con mis impulsos 

Decidí abrazarte a ti antes que a mis traumas 

Pero, a pesar de ello, tú hoy me ves igual, no has logrado percibir mis diferencias ni mis matices, me lo demuestras cada vez que discutimos y volvemos al punto cero, yo hablándote en castellano actual y tú hablándome en castellano medieval. Sobre esa base, me pregunto cómo, ¿cómo volvimos a esto?

No sabes lo feliz que fui contigo durante el encierro, lo mucho que me ayudaste con tu contención, con tu amor, me hiciste sentir lo que tanto ansiaba de ti. Ni qué decir del 2022, mi amor, cuán feliz y cuán segura me sentía a tu lado, pensé que las dudas que tenía al ver tus reacciones habituales cuando peleábamos eran parte de mi pesimismo, y prioricé que sentía que tu apertura y tu mayor sensibilidad hacia mí consolidaban la confianza que estábamos reconstruyendo esos últimos años. Decidí creer, dejar de temer y dudar, para arriesgarme a amarte con libertad, pensé que estábamos en el mismo lugar.

Pero no es tarea mía hacerte ver tus faltas —otro aprendizaje—, solo tú sabes lo que quieres, lo que esperas, lo que te atormenta cuando me observas y los motivos que tienes para conservarlo así.

Y para mí ya fue suficiente, ya no puedo seguir rogándote para que quieras construir una buena relación conmigo, porque mendigar tu comprensión, tu atención y tu amor ha sido un trabajo solitario y demasiado pesado que ha agotado mi tiempo y mi mente; y, lastimosamente, es la dinámica insostenible que hemos establecido en nuestra relación.

Como ves, es una dinámica dañina en la que uno —partícipe de su propios excesos— sale más lastimado que el otro. 

Pero todos tenemos nuestros tiempos, hoy entiendo más que nunca que no se puede forzar a nadie a querer, a desear, a amar, a soñar con nada ni con nadie. Entiendo que rogar, exigir, obligar y pedir son actos que no debieron formar parte de nuestra vida, pero que los introduje abusando de ellos y nos empujé a acostumbrarnos a ello.


Porque una cosa es hacerte tu tarea académica y otra muy distinta es hacerte la tarea de responsabilidad emocional para con tu pareja.


  no es tarea mía hacerte ver tus faltas




Esta es la última vez que me disculparé por las cosas que hice en nuestro pasado, cuando madurar estaba pasando sin que nos diéramos cuenta, me disculpo por mis palabras hirientes, por mis críticas no solicitadas, por mis miradas desdeñosas y mis gestos de hartazgo, por mis pensamientos erróneos e impulsos vehementes de persona ilusa que se terminaron traduciendo en fuertes impactos en tu memoria, por mis exigencias de reciprocidad cuando yo daba esperando recibir aunque dijera que no, por desquitarme contigo por cosas que hiciste en mis sueños.

Yo quiero cosas contigo que tú no quieres conmigo.

Mi amor, ¿qué hogar podríamos ofrecer a nuestra descendencia si no hemos aprendido a escucharnos siquiera?

Me alejo para no perder el amor que aún siento por ti

No hay comentarios:

Publicar un comentario